by Octavio Paz
 
Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
  un cuerpo como día derramado
  y noche devorada;
  la luz de unos cabellos
  que no apaciguan nunca
  la sombra de mi tacto;
  una garganta, un vientre que amanece
  como el mar que se enciende
  cuando toca la frente de la aurora;
  unos tobillos, puentes del verano;
  unos muslos nocturnos que se hunden
  en la música verde de la tarde;
  un pecho que se alza
  y arrasa las espumas;
  un cuello, sólo un cuello,
  unas manos tan sólo,
  unas palabras lentas que descienden
  como arena caída en otra arena....
  
  Esto que se me escapa,
  agua y delicia obscura,
  mar naciendo o muriendo;
  estos labios y dientes,
  estos ojos hambrientos,
  me desnudan de mí
  y su furiosa gracia me levanta
  hasta los quietos cielos
  donde vibra el instante;
  la cima de los besos,
  la plenitud del mundo y de sus formas.
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